Entradas

Mostrando entradas de 2015

Feliz Navidad

Imagen
N o hay discurso: sobran las palabras. Un año va de camino hacia el Ocaso y allá, en la profundidad de las aguas primordiales, reaparecerá completamente renovado, siendo ya Año Nuevo. Es la misma magia de todos los años, desde el alba de los tiempos o desde ese impreciso instante en el que hombre se puso cadenas a sí mismo, humillando la cabeza ante un verdugo llamado Tiempo. Desde la bravura de la Soria celtíbera, la aquiesciencia de la Soria romana, el refinamiento de la Soria musulmana y la tradición de la Soria cristiana, el autor del presente blog os desea a todos -sea cual sea su credo, fe o sentimiento, que para eso en las iglesias de Roncesvalles se rompieron moldes- una muy Feliz Navidad.

Ginés de Lara: el último templario de Santo Polo

Imagen
F ue unos días antes de la Noche de Difuntos , cuando recibí un correo de mi estimado amigo Cándido Heras, en el que me comentaba y de hecho, me confirmaba con unas fotografías, que se estaba procediendo a retirar la venerable piel de hiedra que desde el alba de mis recuerdos –de hecho, no recuerdo haberlo visto de otra manera- cubre lo que en la actualidad es una propiedad privada, pero que en tiempos constituyó el monasterio, se dice que templario, de San Polo o Santo Polo, lugar de paso obligado para acceder a la ermita de planta octogonal y elevada sobre una cueva –a la manera de los antiguos santuarios dedicados a Apolo, que a su vez, muchos de ellos hacían bueno el adagio hermestino de que lo que está arriba es igual a lo está abajo , pues estaban considerados como entradas al inframundo, donde reinaba Hades-Plutón-Saturno y su esposa Perséfone-, del Santo Patrón de Soria: San Saturio. Y también recuerdo que, palabra más palabra menos, le comentaba que aquello –fuera quien f

Al Espíritu del Otoño

Imagen
H oy, rebuscando en el baúl de los recuerdos, me he encontrado este vídeo que, aunque breve y ya expuesto en otra ocasión, recoge parte de esa arma cargada de melancolía, que en el fondo, estoy convencido, no deja de ser una estación como el Otoño. En el gran viaje de la vida, una vez traspasado el umbral de la mítica caverna platónica –a día de hoy, continúo preguntándome, si éste no plagió en realidad al convidado amigo Parménides-, y reencarnados en el mundo de la idea, posiblemente el influjo del Otoño provoque que ese concepto junguiano conocido como sombra –en la cual encerramos nuestras propias miserias como una bomba de relojería que proyectamos sobre los demás-, nos lleve a reflexionar, y por un momento, nos recuerde, observando esa explosión de belleza que precede siempre a un final gris, que la vida, además de efímera, es tan sólo un frenesí, un sueño, una ilusión… Y al final del Camino , bueno es saber, en definitiva, que los sueños, sueños son. Sí, amigos: el otoño e

Eleusis: un Círculo Hermético en las Tierras Altas sorianas

Imagen
C reo que este fin de semana, las Tierras Altas –o si se prefiere, el alto llano numantino - abrirán para unos pocos privilegiados las puertas doradas de la Gnosis , y allá, en las frías soledades serranas donde las antiguas tradiciones van y vienen con el viento que se cuela también por los viejos laberintos, el Velo de Isis tal vez deje abierto un resquicio por el que atisbar una ínfima parte de esa antigua sabiduría que ha traído de cabeza a la humanidad desde el alba de los tiempos. Sin ánimo de intrusismo, pero sí de poner de manifiesto en lo posible todo aquello cuanto atañe a ésta, mi querida Soria, y como complemento, además, a la entrada anterior sobre ésta interesante población de Castilfrío de la Sierra, diré que allí, bajo la atenta, beatífica y sonriente mirada del Buda o Iluminado , Eleusis saldrá por unas horas de su letargo, aunque tampoco en ésta ocasión cuente con la presencia del inolvidable chela Soseki –se me hace quizás más entrañable, llamarle por su sobr

Castilfrío de la Sierra

Imagen
Q uedan atrás, pues, Carrascosa y sus misterios y en media docena de kilómetros, aproximadamente, recalamos en un pueblo, Castilfrío, también de la Sierra, que todavía, y aun a pesar de los estigmas de la despoblación que tan hondamente afectó a ésta pintoresca parcela soriana conocida como las Tierras Altas, mantiene ciertamente viva una parte meritoria de su antiguo espíritu y esplendor. No es una afirmación baladí, en modo alguno, si se tiene en cuenta, primero, que hablamos de una de las poblaciones serranas más importantes, junto con Oncala y San Pedro Manrique; y segundo que, erguidas todavía con desafiante orgullo, numerosas son las antiguas casonas de su acolmenado casco urbano, que lucen, con mayor o menor deterioro –que al fin y al cabo, el orgullo frente al tiempo, poco o nada tiene que hacer-, una heráldica que habla de antiguos linajes y señoríos probablemente otorgados en época de reconquista y con posterioridad aumentados, conservados y ampliados por la riqueza gener

Carrascosa de la Sierra: iglesia de San Juan Bautista

Imagen
M erece la pena, no obstante las circunstancias de la notable pérdida de la práctica totalidad de su primitiva fábrica románica, no abandonar Carrascosa de la Sierra, sin haber visitado su iglesia, dedicada, como ya se aventurara en la entrada anterior, a la siempre fascinante figura de San Juan Bautista, cuya onomástica, reciente, por cierto, se hizo convenientemente coincidir con una de las festividades que más expectación y veneración despertaba en las culturas precristianas: el solsticio de verano. Dado que sólo sobrevive el ábside o cabecera de un románico rural, que podríamos datar, cuando menos a finales del siglo XII o comienzos del siglo XIII, aun si fuéramos expertos -que no es mi caso, objetividad, que no falsa humildad aparte-, difícil, cuando no imposible, nos sería comprobar el código aritmológico que, según Jean-Paul Lemonde (1), conformaría el rito fundacional de toda iglesia, colegiata o catedral que, en función de la onomástica del Santo Patrón, permitiría relaci

Carrascosa de la Sierra

Imagen
D ejamos atrás las místicas soledades de ese antiguo lugar de culto megalítico que se conoce con el nombre de Alto del Casar, y salvando una breve distancia, llegamos a un pueblo, que ya en la propia raíz de su nombre, no sólo nos indica la condición del terreno sobre el que se asentaron los antiguos arévacos, sino que además, nos recuerda la veneración a la figura primordial de una Virgen Negra, la de la Encina o de la Carrasca , y su más que casual vinculación con la orden medieval de los caballeros templarios: Carrascosa de la Sierra. Obviando este tema para más adelante, cuando los pormenores de nuestra ruta nos obliguen a detenernos en Castilfrío -de la Sierra, también-, el viajero curioso podrá comprobar, apenas se adentre en el íntimo entorno municipal, que Carrascosa es un pueblo que contiene numerosos detalles, a cuál de ellos más significativo e interesante. No encontrará, por ejemplo, la proliferación de escudos nobiliarios que otorga esa rancia condición de poder y señ

El dolmen del Alto del Casar

Imagen
A ntes de entrar en Carrascosa de la Sierra, a mitad de camino, metro más metro menos, de otra interesante población serrana que visitaremos en un futuro próximo, Castilfrío, conviene escuchar la llamada del espíritu y dejarse llevar hacia esas especiales soledades que conforman el denominado Alto del Casar. Allí, donde todo es silencio e incluso el viento trata con respeto ese pelado altozano, que no obstante bate denodadamente por sus cuatro costados, desmochado y apenas reconocible su estructura original de verdadero templo antediluviano, los restos de un antiguo dolmen atraen la atención hacia capítulos olvidados que subyacen en lo más recóndito de esa oscura Caja de Pandora que, comparativamente hablando, podría considerarse a ese capricho científico que arrogantemente conocemos como Historia. Tarde, demasiado tarde como para evitar un vandalismo que a buen seguro se produjo en un momento indeterminado –y no por efectos del tiempo, que suele ser más inocente, en el fondo, de

Aldealices: iglesia de Santa María Magdalena

Imagen
S iguiendo los derroteros de nuestra ruta en dirección a Carrascosa de la Sierra y Castilfrío, se propone una breve parada en un pueblo que tiene un curioso nombre, Aldealices, y motivados por la curiosidad, echar un vistazo a ese delicioso templito con el que, bajo la sorpresiva advocación de Santa María Magdalena, hemos de toparnos de improviso, situado como está, a escasos metros de la carretera general. Aun con reformas posteriores, en conjunto, su visión no deja de producir cierto sentimiento de sosiego, o cuando menos, cierta melancólica impresión de curiosidad, posiblemente motivada por esa aparente sencillez, esa sugestiva mezcla de rusticidad y de antigüedad, que sin necesidad alguna de soberbias conjugaciones estilísticas, combinan lo sencillo pero imprescindible con la técnica artesanal, respetando, no obstante, los principios básicos contenidos en la geometría sacra en la que teóricamente se basa. Mirando su espadaña hacia la referencia inequívoca de esas sierras del Al

Magaña: San Martín de Tours

Imagen
D e Cerbón a Magaña, habrá escasamente una quincena de kilómetros de distancia, tal vez menos, continuando una ruta no en vano denominada de los Torreones , como evidencia la pequeña población de Trébago –en la distancia, han quedado otras como Aldealpozo-, que se encuentra algunos kilómetros antes, pero donde todavía se puede admirar el torreón, anexo a la parroquial, que está considerado como el más septentrional de los que se localizan en la zona, y que antiguamente estaba comunicado visualmente con los de Matalebreras y Montenegro de Ágreda. Asociado a Trébago y a su torreón, el viajero podrá escuchar, además, una de las muchas leyendas tradicionales que circulan por estas paraméricas tierras repletas de incógnitas y de misterio, que tanto y tan bien surtieron de feroces guerreros pelendones los orgullosos focos de resistencia numantinos: la de la mora encantada . Una leyenda, en cuya épica historia, algunas fuentes pretenden situar el origen de la ermita de la Virgen de un rí

Cerbón: iglesia de San Pedro

Imagen
N o muy lejos de donde los terribles saurios de Fuentes de Magaña dominaban el mundo hace millones de años, una iglesuca románica despierta el interés del visitante, con lo curioso y a la vez lo original de su diseño: la iglesia de San Pedro, situada a la entrada del pueblo de Cerbón; un pueblo que dista de Fuentes de Magaña, aproximadamente dos kilómetros de distancia, y que podríamos situar, así mismo, poco menos que al comienzo de una más que interesante ruta hacia las Tierras Altas sorianas. El templo, con toda probabilidad de los más antiguos de la provincia, seguramente de mediados o finales del siglo XII, presenta, no obstante su sencilla, casi diríase que primitiva ruralidad, una particularidad muy específica, que le hace ser, posiblemente, y salvando las distancias con algunas comparaciones referidas al templo-santuario de la Virgen de la Peña de Ágreda, único en su género: está provisto de dos ábsides gemelos. Cuenta la tradición –y este podría ser un detalle interesant

Fuentes de Magaña: una visita al Cretácico

Imagen
L as singularidades de una Comunidad como ésta vieja y querida Extremadura castellana , son muchas y variadas y no sólo se refieren a ese románico que marca distancias desde la suprema espectacularidad de sus templos más referentes, a lo más sencillo de unas construcciones rurales que, aun a pesar de los pesares, todavía conservan retazos entrañables de su primitivo y mediático encanto medieval. Soria es una tierra antigua, el lecho de cuyos ríos, como el Cidacos, conserva retales de mundos arcanos antediluvianos y matrices, a la vez, de fabulosas historias, leyendas y tradiciones. Una tierra, donde los fantasmas del pasado claman con fuerza, mostrando los jirones de sus olvidados sudarios. Rutear por las Tierras Altas, es expandir la consciencia, abriendo la mente a un sin fin de posibilidades que, de una manera mediática y cada una en su ámbito de influencia, generan un pequeño universo multicultural que bien merece la pena conocer. C omienza, pues, nuestra nueva ruta, al pie

Rioseco de Soria

Imagen
D e vuelta, prácticamente, al punto donde comenzó la presente ruta románica por esta parte tan particular de la provincia, y antes de iniciar nuevas aventuras por otras zonas notablemente interesantes y de mediática naturaleza, con multitud de detalles y atractivos, resulta imprescindible hacer un alto en una curiosa población, adscrita al Alfoz de Calatañazor: Rioseco de Soria. Hasta bien entrado el siglo XX, en su nomenclatura llevaba precisamente asociado el adjetivo calificativo de Calatañazor, interesante población que todavía conserva buena parte de su antiguo encanto medieval, con la que linda al norte y donde refiere el cantar tradicional que Almanzor perdió su atambor , o esa buena suerte que le hizo pasearse como una auténtica plaga por los reinos cristianos, quienes veían en él la figura del Anticristo; al sur lo hace con Torreandaluz; al este con Nafría la Llana y Fuentelárbol y al oeste, con Torralba del Burgo y Torreblacos. A su término pertenecen, igualmente, varios

Matanza de Soria: iglesia de San Juan Bautista

Imagen
H ablar de una población como Matanza de Soria, implica, cuando menos, embarcarse en esa misteriosa y oscura nave del misterio y la leyenda que envuelve sus orígenes y se remonta, según algunas versiones, a esos holocausticos años cercanos al terrible Año Mil en los que, como anticipo del fin del mundo, el formidable caudillo Almanzor semejaba la reencarnación del terrible dragón del Apocalipsis de San Juan, arrasando los reinos cristianos, una y otra vez, en sus despiadadas razzias . Otras crónicas más aceptadas por los historiadores, como la del famoso arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada -el arzobispo de la celebérrima batalla de las Navas de Tolosa, cuyos restos mortales reposan en el también monasterio soriano de Santa María de Huerta-, refieren que fueron las tropas del rey Vermudo II de León -otras fuentes hablan de Ramiro II, el que protagonizara la famosa victoria de Simancas-, en unión con las tropas de Castilla y Navarra quienes persiguieron a parte del ejér

Zayas de Torres

Imagen
S ituado, aproximadamente, a cinco kilómetros de Zayas de Báscones, Zayas de Torres es otra pequeña población que conserva, cuando menos, dos detalles interesantes: su arquitectura tradicional, que posiblemente en el caso del barro cocido, recuerde los siglos de influencia de la dominación musulmana, y la portada de su imponente iglesia, que se encuentra bajo la advocación de la Virgen de la Fuente. En el primero de los casos, si bien se trata de una arquitectura venida a menos, pareja a la vida y situación de muchos pueblos que van rindiendo progresivamente su tributo de almas a la emigración y la búsqueda de nuevas oportunidades de su juventud, la utilización de los elementos arcillosos de su suelo como material de construcción, recuerda las construcciones norteafricanas, de las que queda un singular ejemplo en la provincia, en la antigua fortaleza, venida también a menos –de hecho, hace uno o dos años, se desmoronaron varios de sus lienzos principales que todavía permanecían en