miércoles, 10 de diciembre de 2014

Zayas de Báscones





Dejamos atrás la interesante y antigua Castromoros, nombre con el que conocía en la Edad Media a San Esteban de Gormaz, con sus imponentes iglesias de San Miguel y de la Virgen del Rivero, muestra del románico más arcano y genuino de la provincia, así como los numerosos fragmentos de lápidas romanas utilizados como relleno en su calle Mayor y continuamos viaje por la carretera general SO P-5004, que se dirige hacia San Leonardo de Yagüe y las estribaciones del impresionante Cañón del Río Lobos, límite con la provincia de Burgos, visitando algunos lugares de interés. Uno de tales lugares, sería Zayas de Báscones, pueblecito apenas habitado y dedicado al pastoreo, principalmente, que, situado en las inmediaciones –aproximadamente, a seis o siete kilómetros de San Esteban-, aún conserva, en su iglesia, algunos detalles de interés, que merece la pena conocer.

Muy reformada, salta a la vista, es difícil preguntarse qué no fue de su galería porticada original –si es que la tuvo-, sustituida, en tiempo indeterminado, por otra mucho más sencilla, conformada por simples vigas de madera. Un sólido marco de madera, igualmente, guarda, así mismo, una magnífica portada, cuyo diseño y dimensiones, a estas alturas de nuestro recorrido, ya nos deben resultar familiares, haciéndonos suponer la intervención de un determinado taller de cantería, probablemente de origen burgalés –a este respecto, no olvidemos el considerable número de iglesias que están bajo la advocación de Santo Domingo de Silos, y quién sabe, si en más de un caso, no señalen la posibilidad de que sus constructores pertenecieran a un taller itinerante procedente de su entorno, lo que expongo tan sólo a modo de sugerencia-, que se fue extendiendo, progresivamente, hacia el interior de la provincia, posiblemente atraído por las nuevas oportunidades de trabajo inherentes a la Reconquista.

En el pórtico, se aprecian media docena de arquivoltas, de factura simple y lisa, excepto la penúltima, que exhibe un hermoso entrelazado que, sin duda, demuestra habilidad y oficio. Hay cuatro capiteles, repartidos a ambos lados, de los cuales, los de la derecha muestran grifos bebiendo de una fuente y un motivo foliáceo, con forma de enramado. Por su parte, los capiteles de la izquierda, vuelven a aludir a la lúdica simbólica del pecado, identificado con motivos mitológicos, mostrando arpías de cuello exageradamente largo y otro capitel con diseño foliáceo, tipo planta con fruto.

En este mismo lateral sur, y en su parte superior, se aprecia una serie de canecillos, destrozados, en algún caso y completamente lisos en los demás. Intrigante, no obstante, resulta el ábside, que originalmente debió de ser de forma semicircular, y posteriormente modificado y ampliado hasta darle la forma rectangular que luce en la actualidad. No obstante, conserva uno de los pequeños ventanales originales, el del centro, cuyos capiteles muestran sencillos motivos vegetales.

Junto al lateral norte, está adosado el pequeño cementerio, aunque también se observa, y en similares condiciones que en el lateral sur, aunque quizás algo mejor conservados, otra serie de antiguos canecillos, igualmente de factura simple y lisa. De aquí parte otra carretera, la SO P-5205, que en cuatro kilómetros, aproximadamente, desemboca en Zayas de la Torre.