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Mostrando entradas de 2012

Feliz Navidad y Próspero Año 2013

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O tro año está punto de llegar a su fin. Viejo y cabizbajo, como un actor que ha llegado al final de su carrera, está a punto de abandonar el escenario de su última representación y perderse para siempre entre las candilejas que definen esa tierra de nadie que suelen ser, generalmente, los bastidores. Habrá, como siempre en toda representación, diversidad de opiniones entre el público: unos aplaudirán, emocionados por la función que acaban de presenciar, y otros, más críticos, que no necesariamente peores, se sumirán en el silencio y lanzarán una pedorreta despectiva hacia el escenario, sin disimular un ápice su disgusto. Son reacciones humanas que definen, al fin y al cabo, algo que nos caracteriza y desde luego, nos hace ser como somos: los sentimientos. Por alguna extraña razón, son precisamente los sentimientos los que vienen a representar un papel principal en esta tragi-comedia teatral en la que todos, prácticamente, nos ponemos el traje de pastor y con el cordero a hombros,

Señuela: entre un hola y un adiós

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S iempre me ha sorprendido la cantidad de acontecimientos, cosas, experiencias o detalles que ocurren entre ese espacio de tiempo que existe entre dos palabras tan simples, como son un hola y un adiós . Recabar en ello, y para ser honesto, debo agradecérselo a ese genial cantautor que es Joan Manuel Serrat. No en balde, sus canciones me han acompañado en tantos viajes, que aparte de proporcionarme un título para calentar la imaginación de todo el que se dé una vuelta por este blog, me ofrecen, a la vez, el título perfecto para narrar unas vivencias que, aunque simples en apariencia, denotan esa singularidad tan especial con la que los sorianos extienden la mano al forastero. P ara alguien que ha leído -e incluso oído- muchos cuentos a lo largo de su vida, comenzar sin el típico tópico de érase una vez, no deja de ser, en el fondo, toda una agradable novedad. De manera que, parafraseando a este entrañable compañero de camino, bien pudiera afirmar, sin faltar nunca a la verdad -o

De cuando las piedras fueron tañidas....en Villasayas

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H acía tiempo que tenía un café pendiente en Villasayas; y de no habérmelo tomado antes, ha sido precisamente porque el tiempo, burlesco donjuán donde los haya, había decidido dar la campanada, empecinándose en hacernos soñar con la música acuática de Haendel los últimos fines de semana. Es decir, mantenernos melancólicos -salvo fuerza mayor- viendo la lluvia caer detrás de la ventana, dejando que la mente, enfurruñada y temerosa de caer en las redes catatónicas de ese inoportuno demonio Meridiano -de habérmelo presentado, al menos teóricamente, he de dar las gracias a la amiga Baruk-, vagara cual alma en pena, suspirando por el regreso a unos caminos en los que siempre sabe que ha de encontrar algo lo suficientemente novedoso, como para hacerla olvidar por unas horas la espantosa rutina a la que se ve sometida en ese cibernético día a día, que posiblemente por vergüenza, o quizás, para engañarnos a nosotros mismos, llamamos vida. E l sábado pasado, aprovechando la tregua conce

Toda la lluvia cae sobre Termancia

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H ay lugares con imán. Lugares a los que volver, una vez y otra y aún otra vez más, para descubrir que, aún a pesar de su aparente inmutabilidad, siempre existe la posibilidad de retornar al punto de partida, trayéndose consigo un recuerdo diferente. Termancia, o Tiermes, si se prefiere, es uno de esos lugares. D ecía el escritor y genial poeta argentino, Jorge Luis Borges, que la lluvia siempre ocurre en el pasado . Al pasado pertenecen, es cierto, estos recuerdos, éstas imágenes y una primavera que, allá por las vísperas isidriles de 2008, fue para el campo, y nunca mejor dicho, como agua de mayo. De hecho, la pradera adyacente a la monolítica ciudad, parecía, si se me permiten las comparaciones, un mar caribeño, de esos de ensueño y postal; el tipo de mar, vaya, que seducía con encanto de trópico y sonidos de ukelele a incontables soñadores que se lanzaban a la aventura del turismo exótico cuando España iba bien y que ahora, vueltos los pies a la tierra, son como el escapara

Soledades burgenses

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'El camino de Soria a Burgo de Osma, 58 kilómetros de buena carretera, se hace rápidamente. En el primer tramo, a la derecha, corre la alta meseta de la sierra de Frentes, que desde su ceja desciende suavamente por la solana, así como por el lado Norte se hunde desde ella en abrupto corte; y por la izquierda se levantan las sierras cretáceas también de San Marcos y de Hinodejo...' (1) D ormida alrededor de su catedral, situada a la diestra o a la siniestra, según se mire, de un río de nombre Ucero, que apenas semeja, por su caudal, un arroyo en estado de crecimiento a una quincena aproximada de kilómetros de su nacedero natural, en las estribaciones del Cañón del Río Lobos, El Burgo de Osma permanece en duermevela, temeroso, quizás, de una deesapacible mañana de domingo, que anuncia, cual profética sibila, los rigores de un invierno impaciente por llegar. En lontananza, no lejos de la solitaria Cruz del Siglo , así como de una remodelada ermita de la Magdalena , la anti

En busca del otoño soriano

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'Tierra, devuélveme tus dones puros, las torres del silencio que subieron de la solemnidad de sus raíces: quiero volver a ser lo que no he sido, aprender a volver desde tan hondo que entre todas las cosas naturales pueda vivir o no vivir: no importa ser una piedra más, la piedra oscura, la piedra pura que se lleva el río...' (1) T odos los años me atrapa, me lanza el anzuelo y yo pico. Me dejo llevar y voy. Creo saber qué cara mostrará, pero siempre me sorprende. Cerca o lejos, no importa. Su abrazo, como el horizonte, abarca todos los caminos. Utiliza caramelos de melancolía que se disuelven en un suspiro frente a unos ojos golosos. Es como la mitológica caja de Pandora: temes abrirla, pero cuando lo haces, descubres que de su interior brotan colores de vida y muerte que, sin embargo, te embelesan y te atrapan. Parca cargada de nostalgia, que imita el alfa y el omega, el principio y el fin, que lucen con orgullo los crismones cristianos. E s el último aliento d

Cultura y Patrimonio en el País de las Langostas: robos en Señuela

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E n marzo de 2011, tuve el inmenso honor y privilegio de conocer a Cándido Heras y a varios miembros de la Asociación Cultural Amigos de Señuela, con los que compartí no sólo mesa, sino también unas horas inolvidables en las que me fueron mostrando, con todo lujo de detalles, parte de los edificios que, com tesón, esfuerzo y mucho cariño, han ido rehabilitando para volver a dar a este pequeño pueblo, cercano a Morón de Almazán, parte de ese aspecto y de esa antigua vida que antaño tuvo. D urante la visita, tanto al pueblo como a su entorno, me fueron poniendo al día sobre esa entrañabloe historia popular, generalmente conservada de puertas para adentro, que se echa en falta, por desgracia, en los rígidos manuales de formación que el Ministerio de Educación y Ciencia considera imprescindibles para instruir a las futuras generaciones. Unos manuales, me permito añadir, en los que no hay cabida -ni tan siquiera por unas breves líneas- para difundir unos aspectos tan personales de nue

Arquitectura tradicional: el nevero de San Juan de Duero

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S uele pasar completamente desapercibido. De hecho, yo ignoraba su existencia. Y seguiría ignorándola todavía, si con motivo de la celebración de un nuevo certamen de esa impresionante exposición universal que son las Edades del Hombre, el Ayuntamiento y la Junta de Castilla y León no hubieran determinado llevar a cabo algunas obras de reacondicionamiento en la ciudad, señalizando, con buen criterio, algunos de sus edificios históricos -o restos de ellos, como en este caso- más relevantes. Por fortuna, el ancestral nevero de San Juan de Duero, fue uno de ellos. D e origen medieval y procedencia seguramente árabe, ésta curiosa nevera natural de forma rectangular -generalmente, solían ser de forma ovalada, como el que aún se conserva en Medinaceli o aquél otro que tuve ocasión de ver en el castillo de Olite, en Navarra, que por su forma parecía un huevo de dinosaurio- proveyó las necesidades no sólo de la comunidad de monjes que habitaba el monasterio -incluidos los dominicos de la

La Magia acuática soriana: sugerencias para una ruta inolvidable

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Q ué duda cabe, que uno de los mayores atractivos con los que cuenta Soria y su provincia, son esos espacios naturales en los que el agua, seduciendo al tiempo y la erosión, ha moldeado un entorno determinado, dotándole de una magia muy especial. Lugares semejantes, hay muchos, como puede comprobar cualquiera que se dedique a patearse sus caminos milenarios, pero la ruta que propongo, sobre todo a aquellos que todavía no han puesto los pies por estas lindes, no sólo es fácil de realizar, sino que estoy seguro de que también les dejará un inolvidable sabor de boca. P orque, partiendo de Soria capital, una vez visitado el Duero, con sus leyendas, su paseo de los enamorados, su monasterio de San Polo y su ermita de San Saturio, y tomando la N234 en dirección a Burgos, el viajero podrá acceder, sin dificultad, a lugares como Fuentoba, la Laguna Negra y Muriel de la Fuente y el nacimiento del río Abión, más popularmente conocida como la Fuentona o el Ojo de la Fuentona. E l Due

Alrededores de Alpanseque

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C omo complemento a la entrada anterior, y en particular, como referencia para todos aquellos que deseen acercarse hasta Alpanseque, planificando una pequeña ruta turística y cultural por la zona, propongo algunos lugares cercanos que, dadas las características, así como las curiosidades que conservan, posiblemente sean ideales para hacer de la jornada una experiencia, si no inolvidable, cuando menos sí grata y entretenida. M edinaceli, por supuesto, villa monumental donde las haya, de referencias por todos conocidas y el grato placer que conlleva ir descubriéndola sin prisas, callejeando por sus calles. B arahona, con sus pozos airones, su iglesia dedicada a la figura de San Miguel, y sobre todo, su tradición brujeril –siempre puesta de manifiesto cuando se habla de la brujería en España, citándosela junto a las de Trasmoz, en las proximidades del Moncayo y las celebérrimas brujas navarras de Zugarramurdi-, donde aún, en los campos adyacentes, puede contemplarse lo que queda

El pequeño tesoro románico de Alpanseque

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E n una provincia de contrastes, como es Soria, no podían faltar detalles que, por su rareza e interés, merecen un alto en el camino y, cuando menos, el honor, siquiera, de una breve reseña, por muy corta y especulativa que ésta pueda llegar a ser. Porque escribir, sobre todo del pasado, en el fondo, conlleva atenerse, por regla general, a utilizar el conveniente recurso de la especulación, a que todo el mundo tiene derecho. Es el caso de Alpanseque y la herencia de origen románico, representada por la portada sur de su parroquial. H emos de situar esta pequeña población soriana, dentro del término de Almazán, en plena frontera con Guadalajara, y a escasa distancia de poblaciones tan mediáticas como Sigüenza, Atienza, Cincovillas y Alcolea de las Peñas, en cuyas proximidades se localiza el despoblado de Morenglos -con restos de su parroquial, tumbas antropomorfas y algunas viviendas excavadas en la roca, que se suponen de origen visigodo- y dentro de cuyo término municipal, el vi

De boda en Nª Sª del Espino

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T arde o temprano, tenía que suceder. Tómese como casualidad; o, por qué no considerarlo de otra manera más subjetiva, como una conspiración del universo , como lo definiría ese místico escritor y guerrero de la Luz brasileño, llamado Paulo Coelho, a cuya lectura tan apasionado soy, al menos en mis momentos melancólicos; pero el hecho cierto, es que todos mis intentos por entrar en ésta iglesia de Nª Sª del Espino, habían resultado infructuosos hasta el día de la fecha. La fecha, -la apunto, por lo personal que me toca- el 28 de julio, y la causa o efecto, considérese lo que se prefiera también, la boda de mi prima Esme. Se presentó en casa a finales de junio; recién salía de trabajar, como yo, en esa hora crítica en la que, al compás de la insoportable solana, la cigarra vagabunda entona nanas de siesta y el estómago se revela con otro alimento que no sea la volátil lechuga; la, en ocasiones dulce cebolla y el insutituíble tomate, sazonados en comandita -no en vano, somos un paí

Visiones retrospectivas. Un emblema soriano: la iglesia de la Virgen del Mirón

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'Porque ha dicho que no hay mejor Virgen que la de Hinodejo, cuando aquí tenemos la del Mirón. La cual no tendrá tantos devotos como San Saturio, pero cuenta con una capilla hermosa, dorada y reluciente. Y cada cierto número de años, la sacan en procesión, y... LABRADOR. (Con sorna). ¡Je!, ¡je!, la sacan en procesión. (Al peregrino): ¿Y sabe usté lo que cantan?, que yo acerté a estar en una de esas procesiones. PEREGRINO: Himnos hermosísimos, sin duda... Yo. No son himnos, sino coplas, pero no hay agravio ni deshonra en ello. Una copla que se canta a las mozas de las ventanas y balcones, que dice: Vosotras, las del balcón, ya sus podíais bajar y dir en la procesión como vamos los demás. Es copla inocente y graciosa, y ningún mal veo en ella. LABRADOR: Bueno, pues cante la otra, que tiene más miga, y ya verá el señor peregrino cómo son estos sorianos, que no tienen respeto a nada. O, si no, la cantaré yo, no le vaya a dar vergüenza. Yo. (Muy gallo). ¡Qué

Reliquias románicas de Calatañazor: la ermita de la Virgen de la Soledad

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'Mitología: conjunto de creencias de un pueblo primitivo referentes a su origen, su historia antigua, sus héroes, deidades y demás, que se diferencia de los relatos verdaderos que se inventa ese pueblo más tarde' (1). H ablar de Calatañazor, es hablar de Historia. Una Historia antigua, quizás desconocida en esencia y desde luego incierta que, de hecho, se podría suponer que fue moldeada en las ardientes fraguas saturnales que calzan las pezuñas de los desbocados caballos del mito y la leyenda. De una época mágica, sin duda, que se gestó siglos después de que pelendones y romanos intercambiaran hachazos en el nombre de unos dioses que ya comenzaban a ser viejos en un mundo predestinado a un apocalíptico choque de civilizaciones. Un pueblo que embruja, atrayendo siempre al visitante con el encanto de su ancestral medievalismo, donde a la belleza de unas casas de adobe, piedra y madera que parecen mantener un precario equilibrio cuesta arriba, se unen, como fantasmas enca