Un año más, con la proximidad del solsticio de invierno, nos preparamos para celebrar la conmemoración de la Navidad. Independientemente de los sentimientos personales que tal acontecimiento pueda generarnos a cada uno, bien es cierto que constituye una etapa en la que conviene detenerse, meditar en lo que nos ha aportado el año que está tocando a su fin, y preparar proyectos para afrontar el año que se nos presenta. También es verdad, que estamos atravesando periodos complicados, muy duros en algunos casos, y que las perspectivas de futuro, no son las más halagüeñas que quisiéramos.
Posiblemente, en este momento, todos, o casi todos, estemos soñando con atrapar a ese Gordo -escurridizo y mal lecheado que, por lo general, suele lanzarnos una pedorreta burlona después del sorteo del 22 de diciembre- que nos libere de esa miseria a la que estamos condenados desde el mismo momento de nacer. Pero los hombres y las mujeres también somos unos luchadores natos, y aunque seguramente despertemos con la resaca y la desolación de no ser unos afortunados millonarios, estoy seguro de que el valor no se resentirá y de que continuaremos haciendo camino cómo y por donde mejor podamos o consideremos o nos dejen.
Por eso, como todos los años, desde aquél lejano día en que este blog comenzó a dar sus primeros pasos -¿recordáis?: inseguro, temeroso, tambaleante- hay algo que al menos, considero una obligación: felicitar de corazón la Navidad, desde unas páginas que, gustanto más o menos, tienen la única pretensión de mostrar -aprovechando las oportunidades para hacerlo que ofrece internet- los atractivos de una provincia por la que siente especial predilección. Sólo me resta, pues, terminar con el protocolo de rigor y desearos a todos:
¡Una muy Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo!
Ah, y recordar que, aunque el Gordo suele mimar a Soria, si éste año no lo hace, ¡pues que le den!. Eso sí, que este detalle no nos impida seguir manteniendo la ilusión, y caso de hacer falta, recurramos a la máxima de San Cucufato, amenazándole con hacerle lo mismo si el año que viene nos vuelve a abandonar.