Barahona: retorno a la Piedra de las Brujas


Viejas feas y asquerosas

nos llama el vulgo traidor;

que pregunten si lo somos

a nuestro dueño y señor.

Guía, guía que ya el día

su enojosa luz envía.

Hermosas les parecemos,

que es cuanto bien deseamos;

ni al vulgo imbécil tenemos

ni a nadie necesitamos.

Viva y reine la alegría

mientras esté ausente el día.

Vulgo necio, vulgo necio,

que bien hallado en tu error,

a las brujas nos desprecias,

y a su maestro y señor.

Está escrito que algún día

se acabará tu manía.

Entre tanto, con pellizcos,

escobazos y palizas,

el cuerpo os haremos trizas,

para forrar el pandero

que rompiéndose se va.

¡Ahajá, ahajá, ahajá!

[Anónimo] (1)


No deja de ser una visión netamente folklórica, la imagen desvergonzada, en ocasiones abyecta pero sin duda deshinibida y sensual, la asociada generalmente con estos personajes que, de alguna manera, han sobrevivido a las llamas de la incomprensión, introduciéndonos, desde nuestra más tierna infancia, en mundos de fantasía, donde no siempre ejercieron ese papel villanas y aliadas del Diablo que la Historia tuvo a bien concederles como un eterno sambenito.
Como casi todo lo que ha llegado hasta nosotros de épocas pretéritas, brujas e Historia no parecen ponerse felizmente de acuerdo, al menos en el caso que nos ocupa. Y resulta curioso que todo el mundo -o casi todo el mundo- haya oído hablar de las brujas de Barahona, y sin embargo la Historia, grandisima meretriz pagada al mejor postor, en ocasiones, apenas reconozca cómo, dónde y por qué surgió este mito.
Seguramente, un mito subsiste mientras se hable de él. Es cierto que cualquiera que pase un día por Barahona, verá, a la entrada del pueblo, un parque infantil que lleva el nombre de Parque de la Bruja. Y no muy lejos de éste, al pie mismo de la carretera y junto a la parada del autobús, un cartel de madera, con forma de flecha que, señalando una incierta dirección, indica Piedra de las Brujas. Y digo incierta porque, a pesar de las buenas intenciones de los señaleros del lugar, la referida piedra -mejor dicho, lo que actualmente queda de ella- no es, en modo alguno, fácil de localizar.
La piedra del misterio, con agujero incluído en su centro, queda prácticamente oculta en esos campos que apuntan hacia Villasayas, y aún más allá, a Almazán, y resulta muy fácil pasar de largo y no ver un caminillo rural, cubierto de hierba, lilas y amapolas desde el que, a pesar de todo, nunca se pierde la referencia del pueblo, y mucho menos del águila pétrea, al acecho en lo más alto, que es su iglesia de San Miguel.
Aún a pesar de que la hierba está alta, se puede llegar en coche hasta la Piedra, aunque es preferible dejarlo a un lado del camino y salvar andando la escasa distancia. Llaman la atención el silencio y la soledad, apenas rotos por el susurro del viento, siendo difícil no recordar que en estos mismos campos continuaron los hostigamientos de los cristianos contra las tropas del gran caudillo árabe Almanzor, en su retirada de Calatañazor, mortalmente herido. O también que, en época moderna, por ejemplo, fueron utilizados como aeródromo por el ejército nacional, cuyos bombarderos hostigaban a las tropas republicanas asentadas en Sigüenza.
Anecdóticamente hablando, fueron precisamente soldados nacionales quienes destrozaron en parte esta curiosa Piedra de las Brujas, que hasta entonces recibía el nombre de Altar de las Brujas, pensando que se asentaba encima de un gran tesoro, basándose, posiblemente, en esas fantásticas leyendas de tesoros escondidos por los moros en su retirada, tan comunes a todas las regiones de España.


(1) Extraído del libro de Gumersindo García Berlanga, 'De Barahona y sus brujas', Editorial Ochoa, 2006, páginas 49-50.


Comentarios

Syr ha dicho que…
Tan cierto es lo que dices que, un día de Samahim de va a hacer ya dos años, unos recién conocidos acabaron perdiéndose "por los sembraos". No fue algo irrecuperable, pues vueltos al camino que accede a la Piedra, hicimos un conjuro que debió surtir efecto, pues desde entonces sentimos tanto su cariño y cercanía que, a veces, hasta creemos no poder llegar a correspoderles. Justo medio año después, llegaste tú.

Piedra mágica o linde?. De cualquier forma, también el lugar escogido para la "quema de brujas" era el más apartado, el término.

Salud y románico.
juancar347 ha dicho que…
Hola, Syr. Buena pregunta. Yo creo que un poco las dos cosas: tradicion y marcación. La primera vez que estuve no era Samhaim, desde luego (creo que es por mayo) sino un agosto infernal que me hizo sudar tinta pues ese día venía de la Laguna Negra y no creas que no me costó encontrar la dichosa piedrecita. En cuanto a los conjuros, como las brujas, ya sabes lo que dicen por Galicia, que habelos, haylos. Lo que sí que es cierto es que, con conjuros o sin ellos, hay amistades que nunca se pierden. Un abrazo

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