'...la portada puede fecharse a finales del siglo XI mientras que la galería no debió ser anterior a la mitad del siglo XII. Se trata pues, de uno de los primeros monumentos del románico soriano...'.
[Cayetano Enríquez de Salamanca: 'Rutas del Románico en la provincia de Soria (1)]
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Situado al oeste de la provincia, a una distancia de siete kilómetros de otro pequeño núcleo urbano reseñable, Fuentearmegil, y a tan sólo 11 kilómetros de una ciudad de relativa importancia, como es el Burgo de Osma, los vecinos de Berzosa apenas se sorprenden cuando ven a un forastero rondando las lindes amuralladas de su venerable parroquial, que se encuentra consagrada bajo la figura de San Martín, es de suponer que de Tours.
Asentado sobre una colina en su parte principal, las calles se escalonan conformando, de manera comparativa y por lo tanto imaginariamente hablando, por supuesto, un pequeño zigurat, en cuya parte más alta sobresale este arcano templo, cuyo románico sobreviviente -básicamente, la galería porticada y la portada principal de acceso- ofrece un curioso e importante testimonio del románico más antiguo de la provincia, fechados, tal y como asevera Cayetano Enríquez de Salamanca, en los siglos XI y XII.
A decir de Ángel Almazán de Gracia (1), Berzosa perteneció, en tiempos, a la Orden de Calatrava. Sorprende, sin embargo, observar -en el único de los poyetes esféricos labrados, que cual enormes globos de granito custodian a trechos el perímetro amurallado de la parroquial- una cruz templaria, que otros investigadores, de la talla y calidad humana de Rafael Alarcón Herrera no vieron hace años cuando estuvieron estudiado el lugar. Podría tratarse, pues, de un adorno moderno, añadido posiblemente en la última restauración. O quizás, también, de un descubrimiento posterior, pues a nadie debe extrañar, siendo Soria, como es, una tierra de sorpresas.
Pero, independientemene del detalle de quién ocupara entonces el lugar -sin desmerecer, en absoluto, los datos aportados por Ángel Almazán-, calatravos o templarios, llama poderosamente la atención el mensaje simbólico, así como subliminal que subyace en las intenciones del cantero o del gremio de canteros que trabajó en la parroquial de San Martín.
A este respecto, se puede comentar que, si bien en un primer vistazo se puede calificar -como, de hecho, así ha sucedido con algunos autores- la labor como simplista, en cuanto a la forma, ésta apreciación difiere, y mucho, con respecto al contenido.
Lo más siginifcativo de este mensaje, por otra parte, lo encontramos, esencialmente, en los canecillos que ilustran la parte superior del pórtico de entrada, de cuyo mensaje cabe pensar una oculta crítica social, disimulada, no0 obstante, con ciertas dosis de humor. Buen ejemplo de ello, sería el desharrapado de un lado y el fraile rubicundo del otro, dejando en el medio a personajes cuyo lustro sugiere cierto estado y posición dentro de la pirámide social de la época, bastante alejada, por cierto, de las penurias del escalafón más bajo; es decir, el pueblo llano.
Precisamente, lo más interesante y a la vez desconcertante de simbolismo desarrollado por el cantero de Berzosa, se encuentra localizado, también, en el pórtico de entrada. Me refiero a la extraña simbología de los dos capiteles del lado derecho -observados según se encuentra uno situado enfrente de éste- no observados en otras iglesias de la provincia.
Claramente diferenciados, su interpretación se presta a multitud de sugerencias, sobre todo en lo referido al segundo capitel, en cuyos lados muestra sendas parejas cogidas de las manos, en lo que parece ser una curiosa y extraña danza.
Ahora bien, ¿se trata de una curiosa danza, como se puede pensar a priori, o podemos encntrar un precedente sexual -como opinan algunos autores- referido a un canecillo de similar factura, que se encuentra encima del pórtico de entrada de la iglesia de Nª Sª de la Concepción, en Omeñaca?. He aquí, pues, un posible nexo de unión, en el que cabe especular, también, si se trata del mismo cantero o de la misma escuela de cantería, la que trabajó en Berzosa y Omeñaca.
Pero si éste es un capitel que inmediatamente destaca, llamando la atención por su temática, junto a él aparece otro, no menos curioso e interesante.
(1) [Ángel Almazán de Gracia: 'Templarios, sanjuanistas y calatravos en Soria', Editorial Sotabur, 1ª Edición, Marzo de 2005]
[En preparación]