Peregrinando hacia el Misterio: Ventosa

Si no fuera por dos casonas totalmente reformadas, la furgoneta aparcada en uno de los laterales de la sólida mole de la parroquial y el ladrido intempestivo de los perros sueltos, la primera impresión del visitante al poner los pies en Ventosa, sería, no me cabe duda, la de estar en otro de los numerosos despoblados que, tristemente, jalonan la provincia. Y en realidad, no andaría muy desencaminado en sus apreciaciones, pues, como mucho, los habitantes de este lugar -que lleva el apelativo 'del Ducado' en referencia a los duques de Medinaceli, señores en tiempos de la zona- no pasan de tres. A lo sumo, cuatro.
Situado en lo más alto de un risco, Ventosa hace honor, desde luego, a su nombre. El paisaje, no obstante, que se contempla desde allí, es realmente impresionante: al frente y a la derecha, Miño de Medinaceli; a la izquierda, Conquezuela. Por la parte de atrás, hacia la izquierda, ya en tierras de Guadalajara y en dirección a Sigüenza, Olmedillo y sus famosas cuevas; a la derecha, la impresionante depresión que marca el valle de Ambrona. Impresionante, también, es el viento, que allí sopla con fuerza, batiendo al pueblo por los cuatro costados.
La mayoría de las casas denotan un total estado de abandono que acentúa, aún más si cabe, la sensación de aislamiento y soledad. Llaman la atención, los curiosos símbolos grabados en las fachadas de algunos edificios, similares, cuando no idénticos, a los que se pueden observar en el vecino pueblo de Conquezuela, y que inducen a pensar en una especie de ritual o, cuando menos, en una arcana tradición. Entre ellos cabe mencionar -por ser un símbolo demasiado generalizado en la provincia- la flor de seis pétalos, también conocida como 'flor de la vida', hábilmente talladas, por regla general, y de las que se puede obtener algo bastante peculiar: la cruz patada o cruz templaria. Que nadie se espante; se trata sólo de la constatación de un dato pero que, a fuerza de observación y repetitividad, como digo, pueden llegar a constituir -¿por qué no?- todo un enigma relacionado con la presencia en la zona de tan carismáticos caballeros medievales.
Las cuevas, otro de los puntos de interés de Ventosa, se localizan en la parte más alta y escarpada del risco, debajo, justo, de un repetidor de televisión. En las inmediaciones, aunque en la zona llana del valle, José Luis B.M., vecino de Conquezuela, se encontró de niño con un extraño animal; según su relato, el animal, completamente negro y parecido a una salamandra, le llamó mucho la atención porque nunca hasta entonces habían visto animal siquiera parecido. Sin embargo, este no fue el único encuentro que José Luis y sus amigos tuvieron de pequeños, hasta el punto de que uno de ellos conservó en alcohol durante algún tiempo, un extraño ser parecido a un lagarto, que tenía la piel verde y fosforescente. Curiosamente, esta fosforescencia verde se ha podido observar en la Cueva de Santa Cruz y es bastante corriente cuando tiene agua, motivada, al parecer, por la variada gama de microorganismos que habitan en el agua y también por los hongos que recubren buena parte de sus paredes.
Algunas de las cuevas de Ventosa, están actualmente tapiadas, y aunque parezca mentira, constituyeron el hábitat poco más que neolítico de muchas familias hasta tiempos relativamente recientes. En la actualidad, albergan ganado ovino y aperos de labranza.
Desde este lugar, como ya he comentado anteriormente, se pueden apreciar los pueblos de alrededor. Según José Luis, en un cerro intermedio entre la Cueva de la Santa Cruz y Conquezuela, las leyendas sitúan el desaparecido pueblo de Viana, del que no queda rastro alguno y cuyos habitantes murieron por beber agua envenenada. Inusitadamente, y de igual manera a como ocurre con el símbolo de la flor de seis pétalos, la leyenda del pueblo perdido y sus habitantes envenenados, se repite en numerosos puntos de la provincia, entre ellos, el Cañón del Río Lobos y el pueblo de Valdecea.
Otro dato singular a añadir, es que en los alrededores, y a pesar de haber sido expoliado el terreno durante años, aún se pueden encontrar numerosos fósiles, constituídos, en su gran mayoría, por conchas y erizos marinos.
La zona pues, constituye un foco de interés histórico y cultural extraordinario, aunque en la actualidad se está viendo afectada por los trabajos realizados por Iberdrola y los proyectos de relleno de la antigua laguna, aprobado en Consejo de Ministros, que conllevarán la expropiación de cierta parte del terreno, aunque este tema afecta más a los vecinos de Conquezuela.

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