sábado, 27 de septiembre de 2008

El eterno asedio de Numancia


Troya, Petra, Palmira, Herculano, Pompeya, Numancia...ciudades que durante siglos han alimentado la fantasía y los sueños de los hombres; su deseo, y sobre todo su ambición, hasta el punto de hacer de su búsqueda el motivo fundamental de su existencia. Todas pertenecen a un pasado remoto; todas guardan aún numerosos secretos de una Historia que apenas comenzamos a vislumbrar, celosamente guardada por las impenetrables cortinas del tiempo, y en todas, se tiene la sensación de que la tragedia se alía con sus innumerables misterios. Pero en la mayoría de ellas, aunque parezca mentira, la tragedia no es, si no, una simple circunstancia que incluso provoca el suficiente morbo en la gente, para que cientos, miles de visitantes caminen a diario sobre sus ruinas, hasta el punto de llegar a poner en peligro la integridad de sus marchitos restos, como puede ser el caso de la Acrópolis de Atenas o del Coliseo romano. No es el caso, por desgracia, de Numancia.
Tal vez ésta falta masiva de visitantes; ésta aparente falta de interés por un yacimiento en el que aún quedan muchos restos por salir a la luz, constituya uno de los motivos -sin embargo, no creo que sea el principal- que haya generado una situación realmente delicada y preocupante, en cuanto a la manipulación de su entorno, y de hecho, también en lo que a su futuro se refiere.
Numancia, bastión de la resistencia; del valor; de la desesperada defensa de la libertad. Numancia, ese ejemplo de la identidad y el orgullo de un pueblo, tan venerado en el pasado y que tanta expectación despertó a principios del siglo XX, siendo su descubrimiento equiparable, por poner un ejemplo, al descubrimiento de las ruinas de Troya, soporta en la actualidad otro asedio de proporciones tan devastadoras como al que fue sometido por las legiones de Escipión.
Resulta tremendamente paradójico, pero si hacemos una visión retrospectiva, veremos que el recuerdo de Numancia ha estado presente en la memoria colectiva de los pueblos de España a lo largo de la Historia, con una persistencia que va mucho más allá de los simples planteamientos de aquéllos que piensan en la actualidad que sólo son unas piedras arrasadas por los romanos y definitivamente sepultadas en el olvido por el tiempo.
Nada más lejos, sin embargo, de la realidad. En la repoblación llevada a cabo por los reinos astur, leonés y castellano durante la Reconquista, ya se rescató la gesta numantina con fines propagandísticos, pues resultaba de una inmensa utilidad como arma política para las marcas cristianas. Era tal la importancia que se le daba que, por poner un ejemplo significativo, todavía en 1890 el ayuntamiento de Zamora gratificaba a todos aquellos que de alguna manera contribuyeran a demostrar allí la ubicación de tan emblemática y heróica ciudad.
Pregunta: ¿qué hubiera pasado, si en lugar de estar en Soria, Numancia hubiera estado en Zamora?.
Por otra parte, y dentro de la política imperialista desarrollada durante el reinado de Felipe II -el rey del que se decía en su tiempo que en sus territorios nunca se ponía el sol- a Numancia se la consideraba ejemplo indiscutible de las mejores cualidades hispanas, siendo inmortalizada, también, por nuestro escritor más universal: Miguel de Cervantes.

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jueves, 25 de septiembre de 2008

Cuitas de un peregrino moderno


Afirma Paulo Coelho en el prólogo de su libro 'La Quinta Montaña' y refiriéndose a la tesis central de otro de sus libros entrañables, el Alquimista, que 'cuando quieres alguna cosa, el Universo conspira para que la consigas.
Continúa diciendo una línea más abajo:
'Creo absolutamente en esto. No obstante, el acto de vivir el propio destino incluye una serie de etapas que exceden en mucho a nuestra comprensión, y cuyo objetivo es siempre reconducirnos al camino de nuestra Leyenda Personal; o hacer que aprendamos las lecciones necesarias para cumplir el propio destino'.
Pues bien, yo también creo que esta es una gran Verdad disfrazada de fábula. Hace unos días, un entrañable amigo de Tiermes, Oscar, se despedía -confío en que temporalmente- de la blogosfera soriana porque su Leyenda Personal le llevaba allende los Pirineos, a otro gran país donde esperaba dar a su vida un giro de ciento ochenta grados. No obstante, antes de que el tiempo consiga dar la sensación al internauta que accede a su estupendo blog, de hallarse en Arganza, o en Masegoso o en cualquier otro despoblado notable, dedicó una acertada frase, en mi opinión, a sus amigos. La frase con la que me describió -'perseguidor de la magia'- sencillamente, me encanta. De manera que, ¡chapeau, Oscar! y muchas gracias.
En efecto, soy un perseguidor de la magia; el perquisitore del misterio y la belleza que hay en la provincia; en definitiva, ese peregrino que devora los kilómetros, en un intento, a veces frustrado, por echarle el lazo a esos sueños que el Tiempo, impasible, pretende condenar para siempre al olvido. Y como peregrino, como buen poeta de los caminos, he aprendido a saborear las mieles del triunfo cuando regreso a casa cansado, aunque con la zamarra llena de tesoros -que nadie se alarme, que mis únicos expolios son a través de la cámara de fotos- y a veces -estimado Paulo-, aunque el Universo conspire para que consiga mi objetivo, también lo hace para que saboree las hieles del fracaso. En fin, cal y arena, azúcar y sal.
Por eso, el pasado domingo, 14 de septiembre, cuando regresaba feliz de mi exploración en Renieblas por haber conseguido satisfacer unos objetivos largo tiempo ansiados, y tanto el coche como el teléfono móvil me dejaron tirado a 200 metros de Medinaceli -que no en esos lugares solitarios y apartados por donde muchas veces paso y en los que también a veces tengo la impresión de hallarme en las postrimerías del desierto de Gobi- no pude por menos que sentirme afortunado y pensar que, incomprensiblemente, las conspiraciones del Universo no dejan de ser curiosas.
Y es que, después de todo, algo tan difícil de atrapar como la Magia, tiene, desde luego, sus pros y también sus contras. Sortilegios y lances con los que el destino compensa o amenaza. Pero todo forma parte de la Gran Experiencia que es vivir. Y vivir, desde luego, es toda una Experiencia.
¡Volveremos a perseguir la Magia!.