El Espino


'Este pueblecito se halla actualmente en trance de despoblación. Nos ofrece dos enigmas: el primero es su mismo nombre: El Espino. Nos dice Charpentier que las encomiendas templarias se situaban en Francia muy a menudo en las proximidades que se llamaban, o pasaban a llamarse, la Espina o el Espino. Este símbolo parece tener un origen alquímico aunque su más inmediato antecedente lo tendríamos en las leyendas celtas de Irlanda. La cercanía de las ruinas de San Adrián -de muy posible adscrición templaria- podrían confirmar esta idea. El otro dato interesante es la existencia de una ermita de San Bartolomé. Santo éste perteneciente a la nómina de los santos mistéricos. Se sabe que predicó en la India y que los cátaros lo adoraban en los montes cercanos a Montsegur. En la misma Soria existe otra ermita dedicada a San Bartolomé que es uno de los elementos mas inequívocos de la arquitectura esotérica de la provincia de Soria. Este otro San Bartolomé, en el valle del río Lobos, fue encomienda templaria'.
[Revista Mundo Desconocido, Nº53, noviembre 1980. Antonio Ruiz Vega: 'La Sierra de los 7 Infantes', página 42]

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El pueblo

Situado entre montes y colinas batidas constantemente por el viento, en las postrimerías de la Sierra del Madero y a 4 kilómetros escasos de Suellacabras, parece mentira que éste pequeño pueblecito, El Espino -al que hace 28 años Antonio Ruiz Vega en su artículo, como vemos, ya vaticinaba un cercano despoblamiento- continúe todavía en pie, aunque también es cierto, que con mínimas señales de vida. Éstas se reducían, cuando llegué -pasaban algunos minutos del mediodía- a varios perros que rondaban servilones alrededor de un enorme tractor americano -marca John Deere, para más señas- cuyo motor estaba y el conductor permanecía de espaldas en la cabina.
Entonces no lo sabía, pero aparqué el coche junto a la puerta de la que había sido la vivienda del hombre más rico del pueblo, y ahora era una casona desvencijada, herida por el tiempo, cuya fachada -para no ser menos que algunas casas de Suellacabras- mostraba algunos símbolos interesatnes, entre ellos -¡cómo no!- una cruz templaria o paté.
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