Itinerarios Culturales: Monasterio de San Juan de Duero


'...entráse, luego, hasta el puente, y, antes de él, ancla en San Juan de Duero, con sus tapias húmedas de río, frente a la ermita de la Virgen y a la vista de la ciudad. ¡Ah, ya sabían los sanjuanistas del siglo XII lo que se hacían!. Como caballeros auténticos, eligieron lo mejor de la ribera y alzaron un monasterio donde comienzan las huertas, muy cerca del puente, y tan delicioso paraje que, si hubiera en el mundo algo mejor que la santería de San Saturio, no sería sino el abaciazgo románico de San Juan de Duero, merendando, como harían los sanjuanistas, un cordero asado en el claustro, a cinco metros del agua y de sus hierbas'.

['El santero de San Saturio', Juan Antonio Gaya Nuño, 1953 (1)]


Época de estío, de vacaciones y de alegres festividades, que nos empujan al movimiento y a la aventura. Época en la que los días, más largos, permiten un mayor aprovechamiento del tiempo. Con o sin crisis, la gente entra y sale. Muchos se desplazan hasta las playas del Levante, para abrazar al Mediterráneo y embadurnarse con el salitre de sus arenas; otros prefieren la belleza, el sosiego y la paz que proporciona la montaña. Algunos, sin embargo, desisten de una u otra alternativa y se quedan en su lugar de residencia, disfrutando de su merecida tregua laboral, haciendo desplazamientos cortos por las provincias vecinas. Aunque dedicada a todos, es precisamente a estos últimos a quienes van dirigidas las siguientes recomendaciones alternativas, por si fueran de su interés.
Soria, sin duda, es un lugar que ofrece múltiples perspectivas; y aunque le faltan costas y playas, de lo demás está ampliamente sobrada. Un lugar, que se podría definir, soñadoramente hablando, como situado 'lejos de ninguna parte y sin embargo, cerca de todas'; un lugar, que tiene el atractivo suficiente como para hacer que un recorrido, por corto que sea, a través de sus pueblos o simplemente por sus lugares más emblemáticos, se convierta en un viaje mágico, inolvidable y oportunamente cultural.
Éste, posiblemente, podría tener su mejor comienzo en la misma capital de la provincia, una vez cruzada la frontera de ese antiguo puente de piedra que separa la polis -donde se alternan pasado y presente con proyectos de futuro- de esa ribera natural donde el Duero -tal y como el providencial Nilo en Egipto- proporciona el agua y el limo necesarios para fertilizar una tierra ansiosa por mostrar su generosidad en forma de suculentos frutos.
Es precisamente aquí, en este lado privilegiado de la ribera, donde la magia aún existe y donde, como en los antiguos sortilegios de los cuentos que de niños leíamos con avidez, el tiempo, relativo, extraño y tremendamente caprichoso, después de todo, parece haberse detenido para siempre.
Ahora bien, la atención, como muestra el vídeo que ilustra la presente entrada, recae justo enfrente de ese misterioso Monte de las Ánimas de la leyenda becqueriana. Allí, en lo que en tiempos fue un monasterio -oficialmente, de monjes sanjuanistas u hospitalarios; románticamente, de freires milites o templarios- una tosca, antigua pared de piedra y adobe, oculta, como la roca en la entrada de la cueva de Alí Babá, un inconmensurable tesoro de belleza y precisión.
En efecto, una vez franqueada la austera puerta, resulta difícil no sustraerse a la hormigueante sensación que conlleva pensar que se ha traspasado el umbral a una dimensión oculta; una dimensión donde la matemática y la geometría se conjuran para hacer de la belleza todo un símbolo de inmortalidad, pues no en vano, tal maravilla fue creada -como bien dice el vídeo que se proyecta a los visitantes- para perdurar.
Como reliquia harto significativa de un tiempo de guerra, de oscuridad, y también de fe, la forma y distribución de sus arcos -famosos en el mundo entero, sin necesidad de haber sido expoliados y expuestos en la sección The Cloister's, en el Museo Metropolitano de Nueva York, como las malogradas pinturas de San Baudelio- consiguen un efecto subliminal, que conjura una alianza de civilizaciones, donde la corriente oriental, o mudéjar, se hermana sin censura con esa otra corriente occidental, o románica, creando un híbrido de perfección casi absoluta.
Resulta poco menos que imposible, pasear a través de ellos y no sentir ese magnetismo tan especial que emana de su distribución, dando sentido y valor a cada lado del rectángulo; no sentir, también, esa magia tan particular, convertida en práctica geometría que, cuál mandala oriental, invita al recogimiento, a la reflexión y a la búsqueda del conocimiento. En definitiva, a esa búsqueda de la perfección, que hacía posible una de las reglas más conocidas de la Tabla Esmeralda, atribuída a Hermes Trismegisto: 'tal como es arriba, así es abajo'.
Contemplar, pues, los arcos que conforman el claustro del monasterio de San Juan de Duero, es atisbar, de paso, una porción infinitesimalmente astronómica de ese Universo que apenas se comienza a comprender, y cuyas fundamentales, entre otras, son: proporción; equilibrio; medida; armonía y geometría.
(1) Extracto recogido de la guía de reciente creación 'Monasterio de San Juan de Duero: arquitectura e iconografía', Elías Terés Navarro/Carmen Jiménez Gil

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
es un libro muy curioso y ameno, el de gaya, aunque difícil de encontrar. creo que está agotado y retirado, al menos así me lo hicieron saber en las librerías de barcelona donde pregunté. sin embargo, en la librería 'las eras', de Soria city, tienen un buen stock. creo que compraron los libros antes de que les cayera la guillotina encima.
un abrazo, juancar!
juancar347 ha dicho que…
Muchas gracias por el aviso. Procuraré no olvidarlo cuando vaya a Soria, porque me gustaría tenerlo en mi biblioteca. Un abrazo, amigo

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