lunes, 5 de mayo de 2008

Despoblados notables: Arganza

El siguiente objetivo de mi ruta el viernes, una vez 'recargadas' las pilas -y nunca mejor dicho, pues mucha gente que acudió a San Bartolomé, se arrodilló con esa intención sobre la 'losa de la vida' que se encuentra situada en el suelo de la ermita, enfrente de la Virgen de la Salud, y quizás por mimetismo se me pegó algo- era San Leonardo de Yagüe, una población que, aunque moderna en su origen, aún conserva algunos elementos interesantes, como los restos de un castillo y alguna que otra puerta de relativa antigüedad. No obstante, y atraído como por un imán, no podía dejar pasar la ocasión, sin detenerme unos minutos en el despoblado de Arganza, situado apenas a un kilómetro escaso de San Leonardo, siguiendo la carretera que, rodeando el Cañón, lleva hasta Santa María de las Hoyas.
Sin duda, fue una decisión acertada, porque esta segunda visita me brindó la oportunidad de conocer a algunos 'arganzanos', y aprovechar el tiempo con una agradable y didáctica conversación, de la que obtuve algunos datos verdaderamente interesantes.
Manolo, César y Angel -sigo el orden en el que se ven en la fotografía que encabeza la presente entrada, de izquierda a derecha- residen actualmente en San Leonardo de Yagüe, aunque no pierden ocasión, cuando su tiempo libre se lo permite, de darse una vuelta por el sitio que fue su hogar durante muchos años, y al que recuerdan con un cariño especial, no exento de nostalgia.
Al contrario que hace unos cinco meses, en el transcurso de mi primera visita, la afluencia de vehículos por la carretera que atraviesa el pueblo, era notable, no respetando muchos los límites de velocidad. En constraste, los tres amigos paseaban sin prisa por el puente; despreocupadamente; comentando, quizás, 'esas pequeñas cosas' a las que se refería el Poeta en sus versos y que, seguramente por orgullo o frío márketing editorial, no figuran en ninguna guía turística, por muchas estrellas de calidad que ésta tenga.
Es difícil hacerse una idea del carácter de una persona, cuando apenas recién acabas de conocerla. Pero no creo errar mucho, cuando, poniendo en orden los recuerdos de la jornada, me atrevo a decir, por ejemplo, que Manolo es, bajo mi punto de vista, el más inquieto de los tres y también el más dicharachero, en contraposición a César -callado e introvertido- y a Angel, que, como un motor diésel, necesita un pequeño calentamiento antes de arrancar.
Sin duda es precisamente éste, Angel, quien más cosas parece conocer del lugar, así como de otros lugares de la provincia, por lo que agradezco lo oportuno de su información.
Dado mi interés por el románico, no podía dejar pasar la ocasión de preguntarles si existía alguna manera de poder visitar el interior de la iglesia de San Juan Bautista Degollado.
Fue Manolo quien dijo que había un vecino que tenía la llave, pero que, aunque había estado en Arganza en el transcurso de la mañana, ya se había marchado.
- También puedes hablar con don Felipe, el párroco de San Leonardo, -intervino entonces Angel.
Había leído en alguna guía del románico de la región, que el párroco de San Leonardo siempre mostraba una gran disposición a enseñar la iglesia, pues también era un enamorado de este peculiar estilo arquitectónico religioso. Me confirmaron que se trataba de la misma persona, pues la guía en cuestión fue editada hace algunos años y existía la posibilidad de que hubiera habido un relevo de párroco.
Los pormenores de la conversación se fueron desarrollando por varios derroteros, y pronto comencé a explicarles la ruta que estaba realizando ese día. Cuando les hablé de la ermita de San Bartolomé, que estaba abierta y la gran afluencia de gente que, como hormigas, se desparramaba por los increíbles vericuetos del Cañón, Ángel otra vez, sin duda el más enterado de todos, me confío que el pueblo de Ucero estaba de pleitos con el Obispado, en cuanto a la apertura y 'explotación' de un lugar tan emblemático como la ermita de San Bartolomé. Indudablemente, y aún siendo a un euro la entrada, el año pasado me confirmaron que simplemente con su apertura de mediados de julio a mediados de octubre, se había recaudado la nada despreciable cantidad de dieciséis mil euros; es decir, cerca de tres millones de pesetas.
Hablando a posteriori de los pormenores que hacen de la iglesia de San Juan Bautista un elemento de interés, y dada mi curiosidad, encaminada a saber por qué se había cegado la galería, Ángel me comentó que se había hecho a principios del siglo XX, en previsión a los robos. Una lástima, porque sin duda esa galería, despejada y original, como debía de ser en su época, confirmaría la gran belleza e importancia de este sacro lugar.
- Las figuras de sus capiteles son idénticas a las que hay en la iglesia de Centenera de Andaluz -continuó explicando Angel, aunque aquí se han encontrado pinturas debajo de la capa de yeso y cal que cubre las paredes...
Aquélla, sin duda, constituía una información relevante, realzando, aún más, el valor artístico de la iglesia, así como su interés cultural.
Como no podía ser de otra manera, la curiosidad hizo que la conversación se desarrollara también por los senderos de la nostalgia, cuando les pregunté por los motivos de un despoblamiento que no terminaba de entender, dado que, a mi juicio, veía un bonito pueblo enclavado en un hermoso lugar:
- Había muchos problemas para traer el agua y la luz al pueblo -continuaron explicándome los tres-. Después de la Guerra, el gran promotor de San Leonardo, fue el general Yagüe, quien hizo construir numerosos pisos. La gente se fue trasladando poco a poco, y el pueblo fue quedándose paulatinamente sin vecinos.
- También había una ermita muy antigua -continuó diciendo Ángel-. Pero la derribaron y en su lugar construyeron el cuartel de la Guardia Civil. La ermita de la Virgen de la Vega, aquélla que se ve al principio de la carretera, apenas tiene uso ya. Tenía una talla románica, muy bonita, de la Virgen de la Vega, que ahora está en la parroquia de San Leonardo...
Enterado de aquél dato, y dado que siento una gran pasión por este tipo de tallas, tampoco podía desaprovechar la oportunidad de intentar ver y fotografiar, para su consiguiente estudio, aquélla talla mariana que, dada su procedencia y cercanía a un lugar de cierto misterio como Arganza, seguro que merecía la pena.
Y en efecto, así fue, como veremos en la siguiente entrada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

recogiendo el verso de machado con el que tú bautizas el blog, si el camino se hace al andar, tú estás haciendo Soria entera!!! al final te nombrarán hijo adoptivo de la provincia por haberla acariciado tanto y tan rícamente.
buen camino, peregrino!

el de tiermes.blogia.com

juancar347 dijo...

Gracias amigo. Pero el camino es largo y espero recorrer todo el que pueda. Lo importante es disfrutar haciéndolo. Y con o sin reconocimiento, ¡eso no me lo quita nadie! Un abrazo

Honorio dijo...

después de leer tus comentarios sobre los pueblos despoblados de Soria, me pregunto si conoces Fuentebella, si es así yo estoi interesado en encontrar algún altiguo habitante de este pueblo. Por eso lanzo un mensaje desde aquí a todo el que pueda darme información. gracias anticipadas.

juancar347 dijo...

Hola, Honorio. No conozco el despoblado que me citas, aunque tomo nota y si en el futuro encuentro alguna referencia, te la hago saber sin falta. Saludos